Estaba ahÃ, parada viendo la gente alejarse por esa calle, angosta y linda, no sabÃa si caminarla o dar media vuelta y alejarme. Todas las veces anteriores me alejaba, a pesar de que me gustaba mucho le temÃa, sentÃa que se acabarÃa el encanto, porque solo esa vez la disfrutarÃa con asombro.
Tomé al toro por los cuernos y empecé a recorrerla... ahà estaba esa niña que me ha acompañado siempre, sonriente, alegre. Su falda de olanes revoloteaba por sus movimientos al andar, su blusa bordada de chaquira le recordaba el amor de su abuela.
Felicidad era lo que sentÃa, todo le bastaba. Por no sé qué razón, esa niña iba descalza y caminaba entre los charcos de agua que se anegaba, era sentir la vida, la frescura, recordar a su madre pidiéndole que no se mojara los pies porque iba a enfermarse. No recuerda haberse enfermado por eso.
Unos metros más adelante ya era una adolescente, ¡ya usaba tacones! y ahà entre unas personas alcanzó a ver a su primer amor, ¡qué bonito es ese primer amor! Es una lástima que no dure para siempre. Es ahà cuando se dio cuenta que habÃa cambiado, ya no sonreÃa tanto, ya no estaba tan alegre, la vida se iba poniendo seria, ya pensaba en lo que serÃa en un futuro, es que en ese punto, solo vivir ya no era suficiente.
Desvió la mirada, no querÃa pensar en eso, pero era algo que no podÃa evitar. Continuó su camino, disfrutando los colores, los olores a fruta, a flores, a ropa recién lavada, ¿en qué momento habÃa dejado de poner atención a estos detalles? No lo recordaba, la vida no solo se habÃa puesto serÃa, se habÃa puesto difÃcil. SÃ, tan difÃcil como decidir si compraba casa o coche primero, tan difÃcil como quedarse a trabajar horas extras en lugar de ir al café con amigas, asà de difÃcil. Y siempre elegÃa lo difÃcil.
Y entonces, en esa parte de la calle se vió sola, sin sonrisa, con hermosos zapatos, con aquel lindo manicure que siempre quiso, pero no le bastaba. ¡ Y querÃa que le bastara! Sin más intentó regresar a buscar a la niña, pero la calle era en un solo sentido, la niña habÃa quedado allá, lejos de su alcance, feliz.
Se quitó los zapatos para sentir una vez más la calle empedrada y húmeda, caminó asà lo que le quedaba para terminarla; se soltó el cabello para que se le enredara, para que cayera en su cara y tener que quitárselo sin cuidado con la mano a pesar que el maquillaje se le corriera, se limpió la mano en la ropa y sonrió, esa sencillez le bastaba.
Salió de la calle satisfecha, pensando que habÃa sido una vida hermosa, aunque solo durara una calle.
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