Les cuento, que me sigo llamando igual. Me volví a cambiar de casa (más grande y bonita, por ende más cara), ya aprendí a usar la olla exprés, mi repertorio culinario es más extenso (no mucho, lo suficiente para no repetir dos o tres semanas), caí en vicios, los dejé, caí en otros y ahí sigo.
¡Ah! Ahora también estudio, inglés (ya voy en avanzado) así que tal vez un día de estos me anime a escribir un post en el idioma de Shakespeare, nomás para practicar y para presumir.
Este año no hice mis propósitos a tiempo, así que los pensaré esta semana y se los escribo, así me obligaré a cumplirlos. Uno de ellos es embarazarnos, a finales del año pasado empezamos a intentarlo, pero no ha pegado, así que si tienen alguna sugerencia es bienvenida.
Haciendo un recuento de mi matrimonio, pues, sigo siendo feliz, me sigue tratando como reina, aunque lo que no me hace muy feliz son los quehaceres del hogar. Ya empecé a quejarme de los trastes sucios, ya compré una aspiradora para no barrer, me he inventado cada truco para acabar rápido y bien todo, que me sorprendo de mi ingenio.
Sigo escribiendo (sí ya sé que en el blog no tanto), pero sigo escribiendo en mi ya viejo y casi por terminarse cuadernito. ¿Qué puedo decir? Soy a la antigüita: papel, lápiz, inspiración, sentimiento y todo lo que ayude a que las letras salgan.
Esta vez no voy a prometer escribir más seguido, porque puede que no lo cumpla, pero me haré el propósito. Y nos estaremos leyendo.
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