Y aquí estamos, con la esperanza y la fé por bandera, con el amor de escudo, con las estadísticas de divorcios por enemigos.
El recorrido ha sido corto, de subida, de bajada, con pequeños baches y una que otra ponchadura de llanta. Lo bueno de todo esto, es que somos un gran equipo, y hemos aprendido que hay que jugar juntos, la misma estrategia, mismo corazón.
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