Operación Bebé (2da. parte)

Leer 1era. parte.

No hay fecha que no se llegue, dicen por ahí; nuestra cita con el especialista llegó. Era una mezcla de sentimientos y emociones, miedo, alegría, preocupación, esperanza, todo al mismo tiempo y todo con intensidad. Después de responder un cuestionario de rigor, me pesaron, midieron, me hicieron un examen para la osteoporosis y me enviaron de vuelta a la sala de espera con un montón de mujeres embarazadas. Y yo ahí, viéndolas, imaginando que en unos meses sería yo la afortunada de tener una panza con un bebé dentro.

Por fin, después de un buen rato me hicieron pasar con el médico, ya saben, a contarle la historia y a hacerme la revisión, el papanicolaou, etc, etc, etc. Al final me explicó el proceso, como me haría unos estudios, de acuerdo al resultado nos daría un tratamiento natural y de ahí en adelante sería de acuerdo a los resultados que obtuviéramos.

El primer y único estudio que me solicitaron fue una histerosalpingografía, obviamente no sabía siquiera su existencia, así que me puse a investigar y una muy querida amiga me comentó que ella se había realizado una hace algunos años, que era para checar si las trompas estaban tapadas. Mi primer pregunta fue ¿duele? a lo que me contestó que de acuerdo a su experiencia sí había dolido, pero que ese dolor da cuando una o ambas trompas están obstruídas.

Total que esperé a que viniera mi menstruación e hice mi cita en el laboratorio de radiología. Una vez lista me pasaron a la sala de rayos X y empezó el procedimiento. ¡Ouch! Sí me dolió y mucho, fue algo así como un cólico pero muy, muy intenso. Quedé un poco lastimada, pero mis ganas de embarazarme eran mayores.

Al llevarle los resultados al doctor dijo que todo estaba bien, que lo más probable era que las trompas se hubieran destapado. Así que iniciamos con un conteo de mi ciclo menstrual para calcular la ovulación e iniciar los intentos de embarazo.

En unos foros sobre maternidad había leído que la mayoría de las mujeres que se habían realizado este procedimiento resultaron embarazadas entre el primer y segundo mes siguiente al proceso, así que el porcentaje de éxito era alto.

Pasó un mes y medio y la menstruación no llegaba, empecé a sentir los típicos síntomas del embarazo, mareos, naúseas, etc. Me emocioné, aunque también pensé que podría ser una sugestión mía, así que mejor no cantaba victoria. Esperé cinco días más y decidí realizarme un examen de embarazo, pero de sangre, porque ahí sí no habría dudas.

Fueron las ocho horas más largas de mi vida esperando los resultados, pero al fin los tenía en mis manos. Abrí el sobre y un: POSITIVO en letras mayúsculas hizo que se iluminara mi rostro y mis ojos se llenaran de lágrimas.

Llamé inmediatamente a mi esposo y le dije: ¡Estamos embarazados!

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