De pensiones de mascotas y la GUAUdería

El patio de juegos, asoleadero y todo aquello que signifique diversión.

Sam apenas tenía tres meses la primera vez que lo dejamos en una pensión, un lugar "elegante" por decirlo así. Hice lo que me indicaron: llevé su cama, sus juguetes, su alimento y dejé instrucciones sobre sus paseos. Al tercer día llamé por teléfono para saber cómo estaba, gran sorpresa la que me llevé cuando me dijeron que habían tenido que llevárselo a otro lugar, uno muy bonito, en el campo con una cabañita y mucho lugar para correr. ¿La razón? mi perrito ladraba mucho y los vecinos se habían quejado. Por supuesto me molesté, pero no dije nada debido a que no quería que el perro pagara las consecuencias de lo que yo dijera. En cuanto llegué a la ciudad fui por mi perro, el cual se alegró mucho cuando me vió. El médico veterinario pidió hablar conmigo y me dijo que mi mascota sufría de síndrome de ansiedad por separación y me describió los síntomas (los cuales no había presentado antes). Al entregarme sus cosas me dijo: "mire, ¡hasta su cama orinó! y destruyó sus juguetes". Ahí fue donde no aguanté y le contesté: "Eso sí no lo creo, mi perrito será desobediente y rebelde, pero cochino ¡no es! y menos con sus cosas. Seguramente lo tuvieron mucho tiempo encerrado y el pobre no aguanto y tuvo que hacer pipí en su camita. ¿Romper juguetes? Rompen cosas cuando están estresados y aburridos, porque aunque no lo crea usted doctor, he leído sobre el síndrome que me comenta y los síntomas que mencionó no los había presentado hasta este momento. Este perro sale a pasear todos los días mínimo media hora. Pero no se preocupe, no volverá a pasar porque no lo volveremos a alojar en este lugar." Para finalizar, contaré que al llegar a casa y sacar su bolsa de alimento del morral descubrí el empaque roto por ¡mordeduras de rata! y en el fondo del mismo croquetas revueltas con heces de las ratas. Mi enojo se tornó en ira, pero me tranquilicé y lo que hice fue abrazar a mi perro y ofrecerle disculpas por haberlo llevado a un lugar tan feo, sólo por confiar en que "se veía bien".



El comedor perruno.
El comedor perruno

Y esta fue la razón por la que me puse a buscar pensiones en Xalapa, ya que nuevamente tendríamos que salir de la ciudad y no teníamos con quien dejarlo. Fue así que navegando en internet (específicamente en Facebook) encontré la página de La GUAUdería. Miré y re-miré las fotos, leí los posts, los comentarios, le di click al tan famoso botón de "me gusta" para poder darle un mejor seguimiento y decidir si era lo que estábamos buscando. Pregunté y pregunté a mis conocidos con perros y ninguno había escuchado hablar de ese lugar. Tenía desconfianza, digo, la mula no era arisca.


Rafa y parte de la manada de la GUAUdería.

En mi búsqueda de la pensión perfecta para Sam, el día de irnos llegó, así que mandé un mensaje a la página de Facebook para que me indicaran la ubicación exacta e ir a dejarlo. Era la mejor opción que había encontrado. Y sí, a ciegas, fuimos con nuestro querido can a La Guaudería. Fue un viernes a las nueve de la noche, llegamos, tocamos el timbre y un montón de ladridos nos recibió. Nos abrió el portón un hombre delgado, con ropa de trabajo y una sonrisa sincera. Nos mostró el lugar (o lo que podía mostrarnos del mismo a esa hora). Esos pocos minutos que lo vimos conviviendo con nuestro perro fueron la señal que esperábamos. Entre que nos explicaba como funcionaba la pensión, firmábamos la responsiva y demás, fuimos entablando conversación sobre perros, obviamente. Hablamos de como empezó su proyecto, de la irresponsabilidad de algunos dueños, de esterilización, en fin, los que tienen mascotas saben que es un tema inagotable de plática. Mientras más hablábamos con él, más nos convencía de que ése era el lugar correcto, pero sobre todo, la persona perfecta para tener a su cuidado a Sam.



Vista de la GUAUdería.

Creo que nunca en su corta vida Sam se había divertido y jugado tanto como ese fin de semana. Cuando regresó a casa estuvo dormido (literal) un día entero de lo cansado que estaba. Se adaptó rápidamente a la manada, que en aquel momento constaba de 60 integrantes, todos perros rescatados o abandonados, de todos colores, tamaños, razas y temperamentos.

Está demás decir que a partir de ahí Sam es huésped frecuente y distinguido (título que le ha otorgado la GUAUdería). Rafael (propietario de la pensión) es de las pocas personas que conocemos que predica con el ejemplo, puede verse el amor que prodiga hacia los animales inmediatamente, no esconde dobles intenciones, no quiere que le aplaudan sus hechos, y por lo poco que lo conocemos, podemos decir que su satisfacción más grande es ver correr a la manada feliz, segura y tranquila.



Vaca, una gran danés rescatada y ahora residente de la GUAUdería. ¡Feliz!

Gracias a Sam hemos hecho una amistad. Incluso ya adoptamos a una peludita rescatada por Rafa. Pero esa historia la escribiré en otro post. Por el momento les dejo unas fotos (todas propiedad de la GUAUdería) para que vean el paraíso en que se ha convertido este lugar.

Créanme, aquí pueden dejar a sus mascotas con la confianza que estarán cuidados y seguros. Yo diría que es Excelente, Hermosa y Económica. ¡Ah! Olvidaba decirlo, la GUAUdería está mejorando sus instalaciones cada día, todo lo que se recauda de las pensiones se destina a la compra de croquetas, así que no es raro ver que cada vez que llevas al peludo a la pensión hay algo nuevo que puede disfrutar.



Sam en su primera visita a la GUAUdería. Conviviendo con Tintán (jefe de la manada), Rex (patriarca de la manada) y Nutela (vecina que se da sus escapadas para divertirse en grande).


La GUAUdería se encuentra en Xalapa, Veracruz, México.                        
Dale click al link y te lleva a la página de facebook.

1 comentario

  1. Rafa Sánchez Casas10 de abril de 2014, 13:44

    Gracias Lore, por tan bello relato. Para nosotros, desde el día que tuvimos el gusto de conocer a Samantho Nicolás Pavlov y a ustedes, sus amorosos padres, ha sido un privilegio contar con su amistad. Personas como ustedes es lo que necesita el mejor amigo del hombre, para ser correctamente correspondido. Gracias, siempre.

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