De las formas.

Últimamente no he escrito nada, pero al decir nada, es ¡NADA! Y es que, por más que tengo el firme propósito de repente las ideas se me van.

Escribiré de que me quedé sin agua, del otro día que fui al súper sola, de cuando se nos descompuso el coche, de que si pasan más ambulantes a tocar la puerta que cuando estás en la playa tomando el sol... pero créanme, al momento de sentarme a escribir las ideas se me van.

Y es que, se me olvida lo que pasó cuando se fue el agua, lo que recuerdo fue que nos dimos cuenta una semana después y todo porque tenemos un tinaco y se nos acabó. En el súper sola mi mayor preocupación es ¿cómo voy a elegir la carne?

De todos los ambulantes que pasan por esta su humilde casa la mayoría son para hacer propaganda de algún partido político, ya saben, me han ofrecido desde despensas mensuales hasta afiliación a una tarjeta de descuentos. Imagínense la "muina" (como dicen en mi pueblo) que me da cuando estoy terminando de trapear y tocan a la puerta, tengo que atravesar toda la casa para ver quién es y por supuesto, ensuciar mi brillante piso. Pero eso no es lo peor, lo peor es darse cuenta de que algunas de esas personas están en edad de trabajar y ganarse la vida como debe ser, pero no, optan por decirte que los acaban de asaltar y aunque sea te barren la calle para que les des unos pesos y puedan regresar con su familia a su ciudad (¡ah! porque enfrente hay una señora con dos niños esperando, y todos vienen recién bañaditos y arregladitos).

Sinceramente, algunas veces he optado por no abrir la puerta y aparentar que no hay nadie en casa, porque de hacerlo atendería más gente que cuando trabajaba. Sé que todos debemos buscar la manera de ganarnos la vida, pero ¡hay formas señores! ¡hay formas!

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